Las camas articuladas se presentan como una de las soluciones más prácticas y funcionales en el cuidado de personas de movilidad reducida, ancianas o que sufran algún tipo de enfermedad.
Más allá de estos casos que justifican, plenamente, la incorporación de este tipo de camas en el hogar, las múltiples facilidades y ventajas que presentan frente a las camas convencionales, explican que, muchas personas se decanten por incluirlas en sus vidas.
Las camas articuladas constituyen un mundo en sí mismas. Diferentes números de planos, tamaños y mecanismos accionadores dan lugar a una buena variedad de tipos de camas articuladas. ¿Cuál es la más adecuada? ¿Cómo elegir? ¿Qué colchones para camas articuladas existen? son solo algunas de las dudas que pueden asaltarnos si estamos barajando la posibilidad de comprar una cama articulada.
Si es tu caso, sigue leyendo, te contamos todo acerca de las camas articuladas.
¿Qué es una cama articulada?
Las camas articuladas o reclinables son aquellas que ofrecen la posibilidad de adoptar diversas posturas gracias a la presencia de un somier articulado, dotado de mecanismos que permiten establecer diferentes posturas, especialmente en lo referente al área lumbar, cervical o las extremidades inferiores.
A lo largo de los años, las camas articuladas se han nutrido de mejoras y avances tecnológicos, que han permitido sustituir los mecanismos manuales originales por sistemas eléctricos. Además de poder establecer un primer tipo de cama articulada, en base a su sistema accionador, también encontramos tipos de camas según el número de planos y el tamaño.
¿Qué tipos de camas articuladas hay?
Según número de planos
Como hemos mencionado, el número de planos nos permite distinguir varios tipos de camas articuladas, concretamente 4 tipos. Con el término planos, hacemos referencia a la cantidad de secciones que podemos accionar en el somier para alcanzar una postura determinada.
Según el número de planos encontramos:
- Dos planos: este tipo de camas permiten elevar la parte superior del cuerpo, esto es, el tronco y la cabeza. Se trata de un tipo de camas adecuado para personas con problemas digestivos.
- Tres planos: este tipo permite elevar, además del tronco, las piernas, manteniendo la zona de la pelvis en una posición fija. Son un tipo adecuado a personas que sufran problemas del aparato circulatorio, ayudándoles a sentarse para comer, ver la tele o leer.
- Cuatro planos: para personas que sufran de patologías más graves, como en las articulaciones, las camas articulables de cuatro planos elevan tronco y piernas de forma vertical, mientras que la parte inferior del cuerpo se alza de manera horizontal.
- Cinco planos: se trata del grado máximo de articulación, adecuado para las personas que sufren de problemas en cuello y cervicales. Elevan tronco y piernas de manera vertical y horizontal, poniendo especial atención en ajustar la posición del cuello.
Según el tamaño
Por lo que respecta a los tipos de camas articuladas en base al tamaño, distinguimos entre:
- Individual: sus medidas varían, a lo ancho, entre 0,85 y 1 m, y, a lo largo, de 1,80 a 2 m. Son las más adecuadas para el uso de una persona.
- De matrimonio: destinadas al uso de dos personas, las medidas que encontramos oscilan entre 1,20 y 140m de ancho, por 1,80 a 2m de largo.
Según el mecanismo accionador
Por lo que respecta al mecanismo, cabe distinguir entre dos tipos:
- Manual: se accionan manualmente mediante palancas y manivelas. En este caso, se recomienda que una segunda persona se encargue de accionar los mecanismos.
- Eléctrica: se accionan por medio de un motor eléctrico, y se controlan por medio de un panel con botones o de un control remoto.
Tipos de colchones para camas articuladas
Para cumplir de manera adecuada su función, el colchón es tan importante como la cama. Un buen colchón es fundamental para garantizar el máximo descanso y comodidad a la persona usuaria.
Para permitir los movimientos del somier, el colchón empleado ha de estar fabricado en un material flexible, como el látex, aunque dependerá de la patología o necesidades de la persona que haga uso de la cama. En este sentido, es importante saber qué tipo de colchón para cama articulada necesitamos. Te contamos cuáles son los más habituales:
Colchones de látex
Los colchones de látex se presentan como la opción más popular para este tipo de camas, siendo lo más adecuados para garantizar un confort óptimo a personas con dolores musculares.
Como hemos mencionado, estamos ante un material muy flexible, capaz de adecuarse a la perfección a los movimientos del somier. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que no es un material muy transpirable y se desaconseja si el paciente pudiera desarrollar úlceras.
Colchones viscoelásticos
Material de sobra conocido en los últimos años para gozar de un descanso reparador. Este material se adapta a la perfección a la forma del cuerpo, garantizando una adecuada sujeción y facilitando el flujo de sangre. Así, a diferencia del látex, sí sería un material adecuado para prevenir la formación de úlceras por presión.
Comparte con el látex su buena adaptabilidad a los movimientos del somier, recuperando rápidamente su forma original cuando el somier se encuentra en posición horizontal.
Colchones de aire antiescaras
Como su propio nombre indica, este tipo de colchón es el más recomendado para combatir la formación de úlceras o escaras, puesto que está diseñado para reducir la presión ejercida sobre las zonas de apoyo.
Podemos encontrarlos con diferentes rellenos: de espuma, especialmente recomendados para personas que sufran de sudoración excesiva; de aire, acompañados de un compresor eléctrico que infla los diferentes módulos del colchón, de manera alterna, para favorecer la circulación sanguínea, y de agua, a una temperatura de 37º para evitar la sensación de frío, al tiempo que favorece la circulación sanguínea.
Recuerda que no todos los colchones sirven para las camas reclinables. Además de elegir colchones articulables, otros factores que has de tener en cuenta son: núcleo del colchón flexible y elástico, para acompañar los movimientos del somier, y una densidad baja-media del colchón, para doblarse con facilidad. La funda del colchón ha de cumplir, igualmente, con estas mismas características.